En los debates sobre la importancia de las aplicaciones integradas y los servicios web en un entorno empresarial, a veces se utilizan indistintamente los términos "integración de aplicaciones" e "integración de datos". Sin embargo, estos conceptos, y sus casos de uso, son bastante diferentes.
La integración de datos es la práctica de localizar y recuperar información de varias fuentes y combinar esa información en una estructura y vista unificadas. También denominada procesamiento de datos por lotes, la integración de datos implica recopilar una gran cantidad de datos a lo largo del tiempo, almacenarlos y, finalmente, procesarlos por lotes.
La integración de datos no es un proceso en tiempo real; suele utilizarse una vez finalizados los procesos. Sin embargo, puede proporcionar a los administradores la portabilidad de datos que necesitan para analizar el rendimiento de las aplicaciones a lo largo del tiempo, eliminar redundancias y garantizar la consistencia y la calidad de los datos.
A diferencia de la integración de datos, la integración de aplicaciones vincula directamente varias aplicaciones a nivel funcional. Los datos de las aplicaciones se pueden vincular casi en tiempo real, lo que permite a las organizaciones crear aplicaciones y servicios dinámicos y altamente adaptables.
Estas conexiones de datos permiten a los equipos de TI crear activadores de eventos que inician flujos de integración de una aplicación a otra. Y las interacciones casi en tiempo real ayudan a las empresas a mantenerse ágiles y a responder a las nuevas fuentes de datos y a los problemas de rendimiento a medida que se producen.
Las empresas pueden utilizar una serie de métodos de integración, implementados de forma independiente o combinada. La integración moderna basada en API, por ejemplo, permite a los equipos descubrir activos de TI de forma rápida y segura, y una arquitectura tradicional orientada a servicios (SOA) utiliza una capa de comunicación (bus) para integrar rápidamente nuevas aplicaciones.