Inmersos en la realidad total

By 15/04/2014

Dario de Judicibus, consultor polifacético de IBM especialista en tecnología aplicada al negocio de la moda, publicó en 2010 un artículo llamado «Total Reality Manifesto». En dicho ensayo, el autor desarrolló una visión donde los dos mundos, el físico y el digital, se fusionan en una única realidad en la que átomos y bits se mezclan creando la llamada «realidad total».

Mas allá de los primeros experimentos de realidad virtual que todos conocemos (aunque casi nadie se acuerda ya de la burbuja de Second Life) y de los juegos y aplicaciones donde se utiliza la capacidad de recrear un mundo digital delante de nuestros ojos, la realidad total nos introduce de lleno en un mundo de datos tipo «Matrix».

Para entender el concepto, imaginemos la web y quitemos todos los interfaces que hasta hoy se han creado para interactuar con la red de redes: pantallas de ordenadores, tablets, teléfonos móviles… y ahora sustituyamos estos dispositivos o puertas al mundo digital por objetos cotidianos. Dejemos que estos objetos: televisores, electrodomésticos, relojes, coches, mesas… estén conectados a la web e interaccionen con nosotros. De repente, esa red de objetos, la internet de las cosas, nos envuelve y bombardea con datos y por tanto estamos inmersos en un universo de información relevante para cada uno de nosotros en cualquier lugar y en cada momento.

¿Cómo va a afectar esa realidad total a nuestro día a día? Pues totalmente, valga la redundancia, ya que la experiencia va a ser constante e inmersiva (dejando a nuestra voluntad la capacidad de poner las barreras necesarias para la intimidad personal o la desconexión voluntaria).

Veamos el ejemplo del impacto de la realidad virtual en el comercio: de repente no hace falta buscar información sobre los productos sino que son éstos los que nos informan a nosotros con aquellos datos que nos interesan. Cada uno de nosotros se convierte en un nodo de una gran red de la cadena de suministro. Cuando nos falta algo, el pedido es lanzado a través de una simple orden hablada o de un gesto, incluso de forma predictiva, haciendo que nos llegue a casa antes de que lo necesitemos de forma urgente. La relación entre cliente y proveedor se transforma; para el vendedor el producto deja de ser su foco para estar todo centrado en el cliente: quién es y qué quiere. Sus deseos son órdenes. Es el comercio inteligente de verdad.

Este futuro imaginario está a la vuelta de la esquina: los móviles y las redes sociales están estrechando el gap entre ambos mundos, pero dentro de nada tendremos nuevos objetos que de forma disruptiva nos van a abocar a la realidad total: hablo de gadgets como las Google Glass, un dispositvo que convierte a un objeto cotidiano como unas gafas en una puerta de entrada al mundo digital (por cierto, ¡IBM ya imaginó exactamente el mismo concepto en el año 1999!).

             (Imágenes correspondientes a un spot de televisión de IBM del año 1999)

Hoy los móviles, mañana las gafas ¿y después? Quién sabe, nos acercamos vertiginosamente a la singularidad que predijo Ray Kurzweil, el punto en el que los avances tecnológicos se aceleran hasta el punto que se escapan de nuestra comprensión.

Bienvenidos a la Realidad Total: pónganse sus gafas y tomen asiento, el espéctaculo está a punto de empezar.

[autopilot_shortcode]