Artificial Intelligence
Cómo las redes capaces de autorrepararse ayudan a mantener el mundo digital estable y seguro
29 septiembre, 2021 | Escrito por: IBM Services
Categorized: Artificial Intelligence | Digital Reinvention | Digital transformation
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Puede que nunca haya otro marzo de 2020, cuando gran parte del mundo prácticamente; pero no digitalmente, se detuvo a causa de la pandemia de COVID-19. Pero eso no quiere decir que los proveedores de telecomunicaciones no tengan que estar preparados para conmociones similares, aunque de menor alcance, en el futuro.
De hecho, a medida que el mundo se vuelve más dependiente de las propias redes digitales operadas por las compañías de telecomunicaciones y los proveedores de servicios de comunicaciones (CSP), las interrupciones de todo tipo podrían ser más frecuentes y problemáticas.
¿Y si la red pudiera predecir e incluso anticiparse a los cortes y picos de demanda para evitar que las interrupciones ocurran?
Eso es precisamente lo que muchos operadores buscan cada vez más cuando migran a redes basadas en la nube e integradas con IA.
«La capacidad de las redes de telecomunicaciones para gestionar el aumento de las cargas y el crecimiento exponencial, como lo hemos visto durante la pandemia, disminuirá si no se migra a una arquitectura de framework abierto y nube híbrida», señaló a Industrious Utpal Mangla, vicepresidente del centro de competencia para la industria de telecomunicaciones, medios y entretenimiento de IBM.
Descubra las soluciones de telecomunicaciones para la transformación digital y las redes
Incluso antes de la COVID-19, los operadores ya enfrentaban estos desafíos. Como en tantos otros sectores, la pandemia puso de manifiesto la imperiosa necesidad de la transformación digital.
A medida que los trabajadores y consumidores cambiaban sus hábitos de trabajo, recreación, comunicaciones y compras por rutinas que aún persisten, la carga que tuvo que absorber la red de telecomunicaciones fue intensa. De la noche a la mañana, el uso se disparó en muchos lugares, ya que cada vez más personas trataban de navegar en una red que no había modificado su capacidad (al menos hasta que las redes pudieron responder aumentando la capacidad rápidamente).
Fue una situación dramática y sin precedentes que puso al descubierto la dura realidad sobre el mantenimiento de las redes de telecomunicaciones, concretamente que el sistema fragmentado actual no está bien posicionado para afrontar tamaña amenaza existencial. Una cosa es una película que se carga lentamente. La interrupción de un discurso de venta o de una ceremonia nupcial a distancia es un problema totalmente distinto.
Si la gente iba realmente a adoptar un nuevo estilo de vida digital, debía tener la certeza de que podía confiar en una red que le diera soporte.
La autorreparación, un superpoder para las compañías de telecomunicaciones
La frecuencia de las fallas de red (conocidas en la industria como MTTF, o tiempo medio entre fallas) y la cantidad de tiempo de inactividad del sistema son algunos de los factores más importantes que un proveedor de servicios de comunicaciones utiliza para medir la eficacia de su red. Es preciso dominarlos para seguir siendo competitivos y mantener a los clientes satisfechos, especialmente los transportistas de clientes empresariales que dependerán aún más de esos factores para generar sus ingresos.
A medida que muchas empresas migran a la nube desde ubicaciones físicas, su aplicación de banca digital o su servicio de streaming existen efectivamente en la red de un operador; y dependen de ella tanto como cualquier dispositivo o servidor con el que los usuarios se encuentren. Esto hace que el operador sea cada vez más responsable de la conectividad y confiabilidad ininterrumpidas. Se trata de una tarea hercúlea, sobre todo cuando una infinidad de causas puede ocasionar problemas en la red: una falla de algún tipo en la configuración de la capacidad de la red, o problemas de hardware o software.
«Muchos operadores carecen de una plataforma de red completa e integrada, por diversas razones», señaló Mangla. «Como sabemos, la magnitud de la red está experimentando un enorme crecimiento con el 5G, la computación de borde y los miles de millones de dispositivos IOT, y se prevé que ascienda a billones en los próximos cinco años. Las redes deben ser más ágiles y receptivas para acompañar el ritmo, y la inteligencia artificial, la analítica y la automatización serán los medios para lograrlo».
Históricamente, las redes se construyeron con este tipo de confiabilidad en mente, aunque ha sido casi imposible mantenerse al día con la innovación, al menos hasta ahora. A medida que la tecnología existente en las redes ha ido evolucionando, ha sido difícil tanto para la infraestructura física como para sus operadores y técnicos humanos gestionar todos los cambios y exigencias.
Además, las redes existentes están fragmentadas debido a las numerosas fusiones y adquisiciones realizadas a lo largo de los años, con diferentes líneas de negocio que no están consolidadas y operan a través de silos. Muchas siguen siendo muy manuales o solo parcialmente automáticas. Si bien la COVID-19 reveló algunas de estas debilidades, estas se harán más evidentes solo cuando las redes continúen con su enorme crecimiento debido a la aparición de la tecnología 5G, la computación de borde y los miles de millones (que pronto serán billones) de dispositivos IoT que se conectarán.
La infraestructura compensa las inversiones digitales
Algo que una arquitectura basada en la nube con inteligencia artificial garantiza es que los operadores pueden ser proactivos, e incluso predictivos, en el mantenimiento de su red. Puede producirse lo que Mangla denomina » automatización brutal», dotada de analítica e inteligencia artificial. La red se vuelve tan automatizada que requiere «cero intervención» de los humanos y puede autorrepararse. Los beneficios de esto son obvios: la red puede prever la ocurrencia de una falla, y se puede mitigar antes de que suceda.
¿Cómo funciona la inteligencia artificial en un trabajo con redes capaces de autorrepararse? Mangla describe tres piezas fundamentales: el sistema nervioso de la red, el cerebro y luego, los brazos y las piernas.
El sistema nervioso es el componente analítico, el cerebro es el componente cognitivo y la automatización propiamente dicha son los brazos y las piernas. La analítica se utiliza para sentir y detectar los cambios en la red; el componente cognitivo entiende las condiciones de la red y recomienda las mejores acciones para resolver cualquier problema; y los brazos y las piernas equivalen a la automatización, que realiza las acciones recomendadas para resolver el problema.
A medida que la magnitud y complejidad de las redes continúa disparándose, Mangla expresa su asombro al constatar que esto sería casi imposible sin la intervención de la inteligencia artificial para orquestar todo. «No me imagino tener que administrar la red actual y la de mañana sin una automatización brutal», señaló.
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