New Ways of Working

Remoto o lejano, ¿sinónimos o antónimos?

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Trabajo a distancia y reuniones virtuales en la era del distanciamiento social.

Por Juan Manuel González, Director de Investigación para América Latina, Tecnologías de la Información y la Comunicación, Frost & Sullivan.

Creo que estarán de acuerdo conmigo en que esta es una crisis sin precedentes, tanto por su tamaño, como por su alcance y respuesta. Por lo menos, 14 millones de Latinoamericanos perderán su empleo durante esta pandemia, de acuerdo a la Organización Mundial del Trabajo.

Aún no sabemos cuándo y hasta qué punto volveremos a la normalidad y, tal vez la pregunta más interesante, cómo será esa nueva normalidad. Hoy, muchos de nosotros estamos aislados y hay millones de empleados trabajando desde casa (muchos de ellos por primera vez en sus carreras), y ejerciendo un fuerte uso de herramientas de comunicación y colaboración remotas para continuar operando efectivamente.

Las métricas de esas herramientas, medidas en minutos de uso, cantidad de usuarios activos, o tráfico de Internet, son increíbles. En muchos casos vemos que se han multiplicado por 2, 3, 4 y hasta 8 veces. Hasta el uso de las líneas telefónicas fijas en nuestros hogares ha aumentado, algo impensado solo unos meses atrás.

Dicho esto, debemos decir que lo que hace a esta crisis diferente a las anteriores es la tecnología con la que contamos para responder. Pensemos, por ejemplo, en el video, las generaciones anteriores a la tecnología de videoconferencia eran complejas, torpes y costosas de operar. Las videoconferencias modernas son fáciles de implementar, fáciles de usar y accesibles para empresas de todos los tamaños. Sin embargo, la rigidez esta vez va más allá de las consideraciones tecnológicas y toca la naturaleza humana, es decir, nuestros usos y costumbres, que hoy son la constante que impacta la adopción de tecnología más que cualquier otro factor.

Sin lugar a dudas, la crisis de salud mundial actual acelerará la necesidad de estilos de trabajo flexibles y ágiles e impulsará aún más la adopción de tecnologías que mejoren el equilibrio entre la vida laboral y personal.

Los efectos de la pandemia global en las comunicaciones empresariales

El Covid-19 nos golpeó rápida y furiosamente. Sin embargo, para los proveedores de herramientas de comunicaciones empresariales, el distanciamiento social ha generado nuevas oportunidades.

En América Latina, estimamos que antes de la crisis alrededor del 3% de los latinoamericanos trabajaban desde casa, incluyendo empleados en relación de dependencia y trabajadores autónomos. En México, solo 2 de cada 10 empresas contaban con programas de home office en 2019, sin embargo, el teletrabajo ya está regulado desde el 2015. Para ser más precisos, el término correcto que se emplea en la Ley Federal del Trabajo para referenciar el teletrabajo en México es: “Trabajo a domicilio”, esta ley fue nuevamente revisada durante el año pasado, y se establecieron las condiciones de servicio, medios tecnológicos y de ambiente para ejecutar esta forma de empleo.

Trasladar a la mayoría de los trabajadores de la oficina al hogar significa un cambio fundamental en la forma en que los empleados se comunican, colaboran y realizan sus tareas que van desde el desarrollo de productos hasta las ventas, los recursos humanos y el servicio y soporte al cliente. Para hacerlo de forma exitosa, son necesarias herramientas de comunicación que fomenten, en lugar de inhibir, la colaboración virtual.

Cabe aclarar que no solamente las herramientas de comunicación y colaboración están viendo una alta demanda, sino que varias tecnologías que permiten operar en forma remota también, incluyendo soluciones de VPN, servicios de seguridad y de gestión remota. De hecho, nuestro equipo global evaluó la relevancia de distintas tecnologías, plataformas y servicios digitales que respaldan el trabajo remoto durante el Covid-19, y aquí está el resultado, como pueden ver abajo (a mayor relevancia, mayor cantidad de estrellas).

Fuente: Frost & Sullivan

¿El nuevo normal?

Sin lugar a dudas, en el mundo post Covid-19, las empresas que adopten trabajo remoto reemplazarán a las empresas que no lo hagan. Y la razón es increíblemente simple: talento y eficiencia. Por un lado, los equipos remotos pueden contratar a la mejor persona que puedan pagar en el planeta (y no están limitados por la cercanía geográfica a una oficina) Por otro lado, los trabajadores tienen más flexibilidad para decidir su horario de trabajo y son capaces de operar cuando son más productivos en lugar de un día fijo, abriendo la puerta a un futuro laboral distinto al que experimentamos actualmente.

Las que tampoco volverán a ser las mismas, serán las oficinas. Y aquí no me refiero solamente al espacio o la distribución de escritorios contemplando distancias seguras entre empleados (en Estados Unidos ya se habla de las six feet offices, que es la distancia segura a mantener entre personas durante esta pandemia). Muchos hablan de que esta crisis puede ser la estocada final para los modelos de oficinas abiertas o espacios compartidos de trabajo.

Antes de la crisis, la mayoría de los trabajadores «de oficina» estaban confinados mayormente a la oficina. Si bien el teletrabajo estaba creciendo, lo hacía en forma lenta y gradual. Las aplicaciones de colaboración eran poco utilizadas. Hoy, las empresas están obligadas a implementar el trabajo remoto para todos los knowledge workers; somos millones los que estamos trabajando de esta manera. Lo que llevó a la necesidad de despliegues rápidos de soluciones de colaboración en la nube y de herramientas de reuniones, para acentuar la colaboración y permitir la comunicación en el día a día.

En el escenario de post-crisis van a prevalecer los entornos híbridos, porque las empresas van a querer aprovechar las inversiones ya realizadas, pero necesitarán de la nube para ser más ágiles. Claro, queda pendiente la pregunta del millón. ¿Cuántos de nosotros volveremos a trabajar en la oficina de forma asidua?

Cuando lo hagamos, tal vez, notaremos algunas diferencias: Al ingresar al edificio, las puertas se abrirán automáticamente para que no tengamos que tocar las manijas, antes de subir al elevador, podremos decirle el piso a dónde queremos ir, en lugar de presionar un botón, cuando lleguemos a nuestro piso veremos espacios repletos de divisores y escritorios bien espaciados en lugar de una planta abierta de escritorios abarrotados al que estábamos acostumbrados, en áreas comunes como salas de reuniones y cocinas, habrá menos sillas y anuncios sobre la última limpieza que se llevó a cabo.

Estos son solo los cambios que podremos ver. Menos notorias serán las políticas de limpieza más frecuentes, sistemas de ventilación amplificados o incluso la adición de luces UV para desinfectar más profundamente la oficina por las noches.

Lo que es seguro es que cuando la pandemia termine, las empresas van a contar con meses de experiencia en trabajo remoto y ya van a tener más que probada su factibilidad y los beneficios que traen las herramientas de colaboración. Es innegable que las medidas de contención del Covid-19 han generado un impacto duradero en la conciencia del usuario y, en última instancia, en su nivel de aceptación y adopción del trabajo remoto.

Los trabajadores que se resistían a dejar de su teléfono (en lugar de usar soluciones de colaboración y de video) tendrán ahora de tres a cuatro meses de experiencia remota. Las empresas que se resistían al home office tendrán un trimestre entero observando a sus empleados trabajando remotamente. Los viejos argumentos y preferencias deberán ser dejados de lado, no por la tecnología en sí o por la demanda de los empleados, sino por un virus.

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